Al final de la Antigüedad la aparente sucesión de figuras cede el puesto a la superposición y a la contigüidad, los diversos elementos del cuadro, (figuras,edificaciones o motivos paisajísticos) pasan de componentes de un espacio orgánico a formas que, aunque no son enteramente planas,se hallan referidas a un plano.Los diversos elementos del cuadro, que han perdido casi totalmente su nexo dinámico mimético-corpóreo y su nexo espacial-perspectivo, pueden ser unidos de un modo nuevo y en cierta manera más intrínsico:en un contexto inmaterial,en el que la alternancia rítmica del claroscuro en cuanto al relieve crean una unidad,aunque solo sea colorística o luminística. El espacio no es otra cosa que una sutilísima luz. El espacio se ha transformado en un fluido homogeneo y homogeneizador pero no mensurable,falto de dimensiones. Ya en el espacio bizantino se revela el esfuerzo por reducir el espacio a la superficie, y por acentuar el valor de aquel elemento que,en este nuevo ámbito de la superficie, era el único medio de consolidación y sistematización:la línea. Cuando la pintura románica reduce de un mismo modo y con igual decisión los cuerpos y el espacio a la superficie, está consolidando y confirmando realmente por primera vez, la homogeneidad entre éste y aquéllos,con el cual transforma su elástica unidad óptica en una unidad sólida y sustancial.