“Al pasear por las salas de los museos una secuencia de impresiones se concentra en una solo emoción integral cuando se apercibe una ventana abierta a la ciudad, a su luz y ruido característicos, a las calles colindantes o al paisaje. Todo un inventario de imágenes puede ser provocado por la presencia de la ventana física, concreta, real. La ventana abierta sirve de desencadenante del salto de una percepción focalizada e individual a una global. La ventana imaginaria como una apertura en nuestro propio espacio mental, un registro de la apropiación global de un conjunto de imágenes que queda así consolidada en la memoria. Las dos ventanas, la real y la figurada, se identifican”. Juan Navarro Baldeweg.