“Este cubículo constaba sólo de dos compartimentos divididos por una puerta. A un lado de la puerta se aliviaban las necesidades de la naturaleza; y al otro, frente al tocador y el espejo, la naturaleza quedaba sometida por el arte. Tres muchachas precedían a ejecutar esta segunda fase del ritual cotidiano. Ejercían su derecho a mejorar la naturaleza, a sojuzgarla con sus polveras y pintalabios rojos”. Relatos completos. Virginia Woolf.