“Al atardecer, se difumina el grosor y el peso de la existencia de las cosas como objetos materiales y empieza a flotar el espacio urbano cubierto sólo por los fenómenos provocados por las luces o las imágenes, viniendo a ser el momento más atractivo en una ciudad como Tokio. Es el momento en que el cuerpo se embriaga y se disuelve en la ciudad como fenómeno. El cuerpo, que se resistía a ser consumido, está a punto de ser tragado, sin darse cuenta, por la ciudad sin sustancia.”. Toyo Ito.