“También los interiores de Chejov son a menudo villas o casas de campo, extremadamente sensibles a las estaciones. Siempre se encuentran en ellas los mismos elementos: la verja, las hortensias, las huellas de los neumáticos en la arena, una mesa sin poner, saludos y palabras bastante lejanos. La arquitectura, como siempre, permanece en pocos detalles, esperando el pistoletazo de la “gaviota”, la luz de la escalera, el bote que atraviesa el lago como en una cúpula de cristal. Quizá el proyecto sea reencontrar esa arquitectura en la que se filtra la misma luz, el fresco del amanecer, las sombras de una tarde de verano. Azul de atardecer. La experiencia (y si pasamos a una experiencia virtual, una experiencia a través de las imágenes)”. Autobiografía científica. Aldo Rossi.